El juicio se convierte en una tortura inhumana, no sólo le
produce nauseas el ser considerado autor material del crimen de la mujer que
ama, sino que tiene que soportar ver las fotos de ella, laxa y desangrada sobre
el piso. Parece una muñeca de cera. Podría fácilmente tirar su cordura por el
abismo que lo acecha y pensar que la foto le muestra un modelo a escala de la
que le devolvió cierta paz a su vida, ella seguramente está en la casa,
impaciente, esperándolo con una taza de café en la mano. ¿Por qué no lo dejan
salir? ¿Es que nadie comprende que ella podría asustarse ante su ausencia?
La mirada de Valentino en una de las visitas lo obliga a
regresar a la realidad, a no esconderse tras un halo de fantasía, sería más
fácil vivir en la locura, pero el niño y su carita triste, su boca enmudecida y
ese pecho tan frágil necesitan de él. Al verlo siente que emerge, que debe soportar
el dolor, la agonía y sobreponerse, es hora de renacer: su hijo lo necesita.
La abogada le sugiere negociar una condena, todas las
pruebas apuntan a él, el juicio podría tener un resultado desfavorable, pero
Luca no puede, ni siquiera en sueños, admitir algo que no pudo haber hecho. Se
niega. Se niega rotundamente. Alguien tiene que creerle, él no podría haberla
matado… ¡ÉL LA AMABA !
El resultado es una trompada en la boca del estómago. Cuando
escucha la condena siente por un momento que por fin el mundo a comenzado a colapsar,
que una gruesa grieta se abrirá bajo los pies y lo tragará llevándolo directo a
un mar de lava, llora por un momento y logra recuperar la compostura. Mira a su
alrededor, es una suerte que Valentino no estuviera presente ante su momento de
debilidad, nada acaba, es más: todo está a un paso de recomenzar.
Siete años de prisión por homicidio culposo, esa es la
realidad. Hay un asesino suelto, una mujer muerta que aguarda ser vengada. Una
mujer que en otra vida supo amarlo, una mujer a la que prefiere no recordar.
El lugar al que es obligado a hundirse lo golpea
diariamente. Es un hombre duro pero la prisión es una antesala al infierno. Si
la vida no te ha dejado revolcándote en la locura… ese lugar logrará hacerlo.
Tiene que acostumbrarse a convivir con la agresividad
gratuita, la falta de higiene, el derrumbe síquico de sus propios compañeros.
Las visitas de su hijo lo mantienen a flote. Cuando lo ve,
lo toma de las manos y todo vuelve a tener sentido, la vida está destinada a
ayudar a que su hijo vuelva a ser un niño normal, que vuelva a hablar, a
comunicarse con todos los demás y con él, ¡con él!, que pueda decirle algo de
lo que pasó ese día, que le de un atisbo de quien podría haberle quitado una
parte de su vida. Luca está sometido a un cambio profundo, una negra sed de
venganza se cocina dentro. Luca está cambiando, hay un hombre rabioso que se
gesta y abrirá el canal de parto para partir desafiante el día de su
liberación.
Tiene que vengar la muerte de su amada, el sufrimiento de
su hijo y su lenta agonía.
Me sorprendió mucho la manera en que Diana se había "metido" en esta línea argumental sólo a partir de una somera guía que le había anticipado. Tiene su toque personal y eso es lo que hace particularmente especial este capítulo.
ResponderEliminarLa foto es colaboración de Rox Boyer quien, voluntariamente, se puso a "construir" la imagen con lo que tenía a mano... Gracias también Rox por tu colaboración
TREMENDA LA FOTO! FABULOSA!
ResponderEliminarAbrazos José y Rox!
Pedazo de capítulo!!! Genia, Diana!!! Me transmitiste toda la locura en la que uno se puede llegar a meter en solo un segundo... Toda tu vida patas para arriba, tu familia deshecha y tu alma aniquilida y como corolario la cárcel. Fenomenal!!! Y la foto de Rox, un cuadro!!!
ResponderEliminarExcelente!!! Falta mucho para el próximo viernes? ;)
Fantástico!!!!!!!!!!!!.
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