viernes, 31 de mayo de 2013

Caso Cerrado





El sentido de culpa y la serie de tragedias no lo dejan en paz, no puede conciliar el sueño.  Se pierde en la embriaguez una y otra vez huyendo de la realidad que lo asfixia.  Solo Valentino y una poderosa sed de venganza logran mantenerlo con vida.
Su hijo evoluciona bien, comienza a comunicarse y dar muestras de poseer un nivel de inteligencia poco usual. La terapeuta le había dicho que esto sucedía a veces con chicos con síndromes de los del tipo que estaba sufriendo Valentino.
Precisa liberarse de esa necesidad imperiosa de venganza que lo acosa y dedicarse por completo a su hijo, no lo logra.  Hace tiempo que no trabaja y los ingresos escasean, decide entonces, poner en venta la casa de fin de semana; esto le permitirá  tener dinero suficiente para cumplir su cometido, ordenarse y volver a la actividad.
Vuelve a buscar en el alcohol el estado de inconciencia necesaria para llevar a cabo la elucubración de un plan macabro, algo que, en otro estado no le resultaría posible.  Arma paso a paso cada detalle.
Deja a Valentino en la sesión de terapia y va en busca de los elementos que necesita: Se detiene en una pinturería donde compra un aerosol blanco.  Luego pasa por una ferretería y pide un destapa cañerías, haciendo la salvedad que no debe afectar cañerías de plástico.  Sabe que bajo el nombre comercial vendrá lo que busca: soda cáustica.  Se detiene en una jardinería en busca de un potente veneno líquido para hormigas, verifica en el rotulo que contenga el neurotóxico que precisa… Compra, por último, en una farmacia; una jeringa para insulina.
La próxima sesión de terapia de Valentino será el momento preciso para comenzar a ejecutar lo planeado, para ello necesitará demorar a Gerez. Ya verá…
Llega el día, tiene todo los elementos en el baúl de su auto. Carga a Jack con la excusa de acompañar a Valentino en el trayecto.  Deja a su hijo y se dirige al estacionamiento para profesores de la facultad.
Ubica el auto de Ignacio, detiene el suyo detrás para que le haga de cortina.  Mira a su alrededor: perfectamente desierto, es hora de clases.  Introduce un trapo en el escape y lo empuja con el bastón, esto impedirá que el vehículo arranque. 
Inicia la segunda parte: Se coloca un gorro y un largo sobretodo, carga lo comprado en los bolsillos interiores. Estaciona a una cuadra del departamento.  Es hora de colocarse los lentes oscuros, ponerle la correa a Jack y utilizar el bastón, blanco, por supuesto…
Los lentes no le impiden ver perfectamente, apura un poco el paso al ver que alguien está a punto de entrar al edificio.  Le facilitan el ingreso ¡¿Quién  no lo haría por un pobre ciego con un lazarillo…?!
Lo acompañan hasta el ascensor y le preguntan el piso:
-Séptimo, por favor Responde…
Una vez sólo digita el quinto, que es su destino real.
Ingresa al departamento, quita sus lentes, busca los elementos en los bolsillos interiores de su enorme sobretodo y procura actuar con rapidez:
Va al baño, carga la jeringa con una muy pequeña dosis del veneno neurotóxico y lo inocula lentamente en el contenido del envase de dentífrico.  La dosis es tan pequeña que, seguramente, solo notará un pequeño cambio de sabor.  Conociendo su rutina, sabe que inmediatamente después irá a colocarse el colirio. Reemplaza, entonces,  el contenido de las gotas para los ojos que Ignacio utiliza todas las noches por la soda cáustica. Es perfectamente transparente y no daña el plástico; imposible de reconocer.
Seguramente la automaticidad con la que ejecuta esta rutina hará que se instile el segundo ojo antes que comience a tener síntomas en el primero…
Mira su reloj, no queda más tiempo, debe ir por su hijo.  Busca a Jack, lo ve agazapado, olfateando y rascando la puerta de uno de los cajones del mueble bajo mesada.  Lo abre, Jack desespera, revuelve cepillos, pomadas, gamuzas y entre ellos… el recorte del vestido de novia…
Enloquece y enfurece aún más, piensa por un instante en quedarse y ejecutarlo con sus manos… No comprende semejante grado de locura, de irracionalidad… ¡si hasta es indignante el sitio donde guardó su trofeo!!!
Vuelve en sí, el plan ya está en marcha, debe ir por su hijo. Volverá, días después, a comprobar la falta de visión y las dificultades de motricidad que debería haber provocado la dosis del veneno.  Será la hora, entonces, de iniciar la otra etapa: Cruzarlo una y mil veces, tantas como la diversidad de personajes que sea capaz de crear, para susurrarle, al pasar; el nombre de su amada…
Luca finalizará su parte del trabajo cuando Ignacio comprenda que no será posible continuar viviendo de esta manera. Claudia y la eternidad harán el resto…


                                                             Peregrino

jueves, 30 de mayo de 2013

A horas de un nuevo final...



Mañana conoceremos de que manera Luca comienza a llevar a cabo su venganza y como recibe ayuda, inesperadamente, de otro personaje de esta saga...

                                                                                      Peregrino

viernes, 24 de mayo de 2013

Comprobando la culpabilidad






Son demasiados golpes, pasa de la depresión a la indignación; su rencor aumenta al ritmo de las palpitaciones del corazón que parece a punto de estallar. Siente, como nunca, la necesidad de justicia.
Planifica una visita al departamento de Ignacio.  Averigua los horarios en los que trabaja en la facultad y se dirige al lugar durante su ausencia.  Tiene  las llaves del mismo y la esperanza de que no haya cambiado las cerraduras.
Prepara cuidadosamente la puesta en escena. Tiñe su pelo, viste un mameluco con restos de pintura y porta una escalera desplegable, rodillo y  pintura. No necesita utilizar la llave de acceso al lobby, nunca falta una persona gentil dispuesta a facilitarle el acceso a un pobre pintor con ambas manos ocupadas…
La llave de acceso al departamento no funciona. No será un impedimento, por precaución había llevado esas especiales, cortadas de un lado que facilitan los accesos difíciles.
Ingresa y es avasallado por viejos recuerdos, se sobrepone de inmediato, sabe que tiene que cumplir su objetivo lo más pronto posible.
Conoce a la perfección cada espacio, sabe cuales son los destinados a ocultar objetos.  Desarma el taparrollos de la ventana, caen algunos dólares y euros y también un folleto de vestidos de novia…
Cae de cuclillas, abatido y terriblemente mortificado por una realidad que está siendo especialmente cruel con el, que lo vuelve a castigar una vez más, que lo hace sentirse culpable; terriblemente culpable.
Vuelve todo cuidadosamente a su lugar. Sabe que no tiene pruebas suficientes para incriminarlo. Además habría que reabrir un caso que ha sido dado como causa cerrada. En el poco tiempo que queda busca, sin éxito,  el arma asesina.  
Se convence que no hacen falta más pruebas: Ignacio es zurdo, tiene la estatura y envergadura suficiente como para haber realizado el corte tal como fue hecho, el folleto con la foto del modelo que lucia Claudia, la actitud de Valentino, su antigua relación…
No comprende como se puede pasar del amor al odio, no entiende y no logrará hacerlo; por eso se concentra en los hechos, en pensar como hará justicia por su amada.
Regresa a su hogar  estando al borde de sus fuerzas y del estado racional normal...  Va en busca de ese alcohol que es cada vez más frecuente y abundante convencido que la embriaguez le permitirá elaborar el acto de venganza que precisa, uno que pueda ir ejecutándose tanto, o más lentamente, que la agonía de Claudia…


                                                             Peregrino


viernes, 17 de mayo de 2013

Recuperando la libertad




Después de tres años de un padecimiento cotidiano, Luca recibe una noticia que le renueva la esperanza: el juez que lo condenó a prisión le otorga la posibilidad de comenzar con las salidas transitorias. Los días de momentánea libertad se convierten en el oxígeno que necesita para recuperar lo que más le importa en la vida: su hijo.
Valentino a duras penas emitía sonidos y permanecía encerrado en un mutismo lacerante. Era una criatura preciosa que sin embargo vivía con la mirada perdida y el espanto dibujado en la cara. Luca  desesperaba y esa misma ansiedad conspiraba contra la posible recuperación del chico.  Atormentado, requirió los servicios de una fonoaudióloga que lo fue guiando para procurar rescatarlo de su aislamiento y recobrar el habla.
Una tarde, mientras preparaba la merienda, una idea se instaló en su mente. Reconstruyendo la escena del crimen de Claudia concluyó que el asesino de su mujer posiblemente podía tener un vínculo con la familia. Quizás si estimulaba la imaginación y apelaba al sentido común podría obtener alguna respuesta que lo aproximara a la verdad. A partir de ese día, cada vez que compartía con su hijo los fines de semana, se sentaba en la sala y juntos elaboraban un enorme collage compuesto por fotografías personales.
Decenas de emociones se arremolinaban dentro de su alma. Pasaba de la ternura al desconsuelo en pocos segundos y se le estrujaba el corazón al ver el final que había tenido su historia de amor con Claudia. Un desenlace abrupto, feroz, trágico.
Como una película animada, las fotos evocaban momentos de un pasado que nunca iba a regresar. Valentino con la boca manchada de chocolate, Claudia dormida en el sofá aferrada a un libro que no lograba reconocer, él mismo disfrazado de pirata en el jardín de infantes, retratos antiguos de sus padres; y de pronto en medio de aquel universo entrañable, el fantasma de una presencia inesperada y amarga. Un personaje que no tenía cabida en la nueva historia que habían emprendido con su mujer y su hijo.
Entonces sucedió lo impensado, algo por lo que había luchado los últimos meses y nunca había logrado. Valentino le sujetó el brazo con desesperación y su pequeño cuerpo, que en apariencia estaba paralizado, comenzó a temblar como las ramas de un árbol desprovisto de hojas.
Las pupilas dilatadas de su hijo permanecían inmóviles y observaban, con un gesto inconfundible de espanto, la fotografía que no debía estar en aquel lugar. Luca sintió que la sangre corría por sus venas a una velocidad inusitada y que los latidos se incrementaban hasta hacerle doler el pecho. Abrazó al pequeño y cerró los ojos, se negaba a volver a ver aquella lóbrega estampa.
Sobre la alfombra y como una siniestra paradoja, la imagen de Ignacio lo observaba desde una fotografía en blanco y negro.

                                                          Bee Borjas

viernes, 10 de mayo de 2013

Las primeras hipótesis





El hielo permanecía inmutable ante el paso de la bebida que no lograba durar más de un giro irregular impulsado por el pulso tembloroso de Luca. El contenido de la botella llegaba a su fin y el estado consciente también.  Se entremezclaban imágenes y situaciones, ideas y elucubraciones detrás de la búsqueda obsesiva de una respuesta, un culpable. 
De pronto se habrían las enormes puertas de la iglesia y aparecía, resplandeciente luciendo su vestido de novia de la mano de su padre ¿su padre…? ¡Pero si estaba muerto…!!!!! 
Hubiera querido seguir soñando, pero no; esa máquina mezcla de odio rencor y desesperanza no se detenía.  Un fuerte rayo de luz lo había sacudido sacándolo de ese letargo en que lo había sumido el alcohol, precisaba quitarse esa terrible resaca.  Recurriría a algunas tazas de café negro y aspirinas.
Había aparecido en su mente Demian, el ex novio de Claudia, ese que la engañara cruelmente; el que le había hecho descreer en el amor.  Debería investigarlo, saber si había formado pareja… Pero no, ¿qué rencor o motivo podría tener él para con Claudia…?
Prostitución, drogas, tráfico de órganos, mafias policiales, secuestro de niños y mujeres.  ¿Por donde empezar?
Estaba convencido de haber protegido adecuadamente a Claudia en el caso de prostitución. En definitiva solo tuvo contacto con  “La Turca” con la que se había relacionado bien. En el de tráfico de órganos  habían llegado sólo hasta la primer célula.  No creía que el médico y la enfermera tuvieran la suficiente capacidad de acción como para averiguar su identidad y poder ubicarlos.  ¿Pero y si le habían pasado los datos a la organización y esta decidió cobrarse la desarticulación del “negocio”…?  Era una posibilidad.
También estaban los casos en los que pudiera haber estado vinculado Franchini.  Allí el espectro se ampliaba demasiado: a toda la actividad profesional y personal del Comisario cuya vida había transcurrido por el camino criminal y mafioso.
¿Y Hernán…? No necesariamente él, ¿pero y todos los que estaban involucrados en sus actividades, los que se vieron afectados por su encarcelamiento en el que había colaborado activamente su hermana? Allí también la situación se ampliaba tanto que era prácticamente imposible establecer una línea de investigación…
No importa, debe seguir trabajando, los tiempos se acortan, va camino a su juzgamiento y sabe que, desde la prisión que se aproxima, será muy poco lo que podrá hacer…
No puede pensar, precisa algo; la botella está vacía… Sale a comprar otra convencido que el mareo de la embriaguez lo ayudará a pensar sin condicionamientos…

                                                               Peregrino

viernes, 3 de mayo de 2013

Desde la Cárcel





El juicio se convierte en una tortura inhumana, no sólo le produce nauseas el ser considerado autor material del crimen de la mujer que ama, sino que tiene que soportar ver las fotos de ella, laxa y desangrada sobre el piso. Parece una muñeca de cera. Podría fácilmente tirar su cordura por el abismo que lo acecha y pensar que la foto le muestra un modelo a escala de la que le devolvió cierta paz a su vida, ella seguramente está en la casa, impaciente, esperándolo con una taza de café en la mano. ¿Por qué no lo dejan salir? ¿Es que nadie comprende que ella podría asustarse ante su ausencia?
La mirada de Valentino en una de las visitas lo obliga a regresar a la realidad, a no esconderse tras un halo de fantasía, sería más fácil vivir en la locura, pero el niño y su carita triste, su boca enmudecida y ese pecho tan frágil necesitan de él. Al verlo siente que emerge, que debe soportar el dolor, la agonía y sobreponerse, es hora de renacer: su hijo lo necesita.
La abogada le sugiere negociar una condena, todas las pruebas apuntan a él, el juicio podría tener un resultado desfavorable, pero Luca no puede, ni siquiera en sueños, admitir algo que no pudo haber hecho. Se niega. Se niega rotundamente. Alguien tiene que creerle, él no podría haberla matado… ¡ÉL LA AMABA!
El resultado es una trompada en la boca del estómago. Cuando escucha la condena siente por un momento que por fin el mundo a comenzado a colapsar, que una gruesa grieta se abrirá bajo los pies y lo tragará llevándolo directo a un mar de lava, llora por un momento y logra recuperar la compostura. Mira a su alrededor, es una suerte que Valentino no estuviera presente ante su momento de debilidad, nada acaba, es más: todo está a un paso de recomenzar.
Siete años de prisión por homicidio culposo, esa es la realidad. Hay un asesino suelto, una mujer muerta que aguarda ser vengada. Una mujer que en otra vida supo amarlo, una mujer a la que prefiere no recordar.
El lugar al que es obligado a hundirse lo golpea diariamente. Es un hombre duro pero la prisión es una antesala al infierno. Si la vida no te ha dejado revolcándote en la locura… ese lugar logrará hacerlo.
Tiene que acostumbrarse a convivir con la agresividad gratuita, la falta de higiene, el derrumbe síquico de sus propios compañeros.
Las visitas de su hijo lo mantienen a flote. Cuando lo ve, lo toma de las manos y todo vuelve a tener sentido, la vida está destinada a ayudar a que su hijo vuelva a ser un niño normal, que vuelva a hablar, a comunicarse con todos los demás y con él, ¡con él!, que pueda decirle algo de lo que pasó ese día, que le de un atisbo de quien podría haberle quitado una parte de su vida. Luca está sometido a un cambio profundo, una negra sed de venganza se cocina dentro. Luca está cambiando, hay un hombre rabioso que se gesta y abrirá el canal de parto para partir desafiante el día de su liberación.
Tiene que vengar la muerte de su amada, el sufrimiento de su hijo y su lenta agonía.