Son demasiados golpes, pasa de la depresión a la
indignación; su rencor aumenta al ritmo de las palpitaciones del corazón que
parece a punto de estallar. Siente, como nunca, la necesidad de justicia.
Planifica una visita al departamento de Ignacio. Averigua los horarios en los que trabaja en
la facultad y se dirige al lugar durante su ausencia. Tiene las llaves del mismo y la esperanza de que no
haya cambiado las cerraduras.
Prepara cuidadosamente la puesta en escena. Tiñe su pelo,
viste un mameluco con restos de pintura y porta una escalera desplegable,
rodillo y pintura. No necesita utilizar
la llave de acceso al lobby, nunca falta una persona gentil dispuesta a
facilitarle el acceso a un pobre pintor con ambas manos ocupadas…
La llave de acceso al departamento no funciona. No será un
impedimento, por precaución había llevado esas especiales, cortadas de un lado
que facilitan los accesos difíciles.
Ingresa y es avasallado por viejos recuerdos, se sobrepone
de inmediato, sabe que tiene que cumplir su objetivo lo más pronto posible.
Conoce a la perfección cada espacio, sabe cuales son los
destinados a ocultar objetos. Desarma el
taparrollos de la ventana, caen algunos dólares y euros y también un folleto de
vestidos de novia…
Cae de cuclillas, abatido y terriblemente mortificado por
una realidad que está siendo especialmente cruel con el, que lo vuelve a
castigar una vez más, que lo hace sentirse culpable; terriblemente culpable.
Vuelve todo cuidadosamente a su lugar. Sabe que no tiene
pruebas suficientes para incriminarlo. Además habría que reabrir un caso que ha
sido dado como causa cerrada. En el poco tiempo que queda busca, sin
éxito, el arma asesina.
Se convence que no hacen falta más pruebas: Ignacio es
zurdo, tiene la estatura y envergadura suficiente como para haber realizado el
corte tal como fue hecho, el folleto con la foto del modelo que lucia Claudia,
la actitud de Valentino, su antigua relación…
No comprende como se puede pasar del amor al odio, no
entiende y no logrará hacerlo; por eso se concentra en los hechos, en pensar
como hará justicia por su amada.
Regresa a su hogar estando al borde de sus fuerzas y del estado
racional normal... Va en busca de ese
alcohol que es cada vez más frecuente y abundante convencido que la embriaguez
le permitirá elaborar el acto de venganza que precisa, uno que pueda ir
ejecutándose tanto, o más lentamente, que la agonía de Claudia…
Peregrino
ESCALOFRIANTE!!!!
ResponderEliminarespero que Luca pueda saciar su necesidad de venganza antes de que él mismo se destruya!!!!!!
TE SIGO PEREGRINO!!!!!!!!!!!!!!!
ABRAZOS
Veremos que sucederá... Gracias por Peregrinar junto a mí Diana. Abrazo
EliminarUfff!!! Es tan duro como real. Pienso en la cantidad de gente que de un momento para el otro pasa del Cielo al Infierno sin sucesión de tiempo. Muy bueno, Osval! Abrazo grande!
ResponderEliminarGracias Bee,es muy cierto, muchas veces cuando menos lo esperas la vida te sacude cruelmente. Gracias por estar siempre. Un abrazo
EliminarBueno, siempre se piensa que la justicia funcionará,que los culpables terminarán pagando sus delitos pero cuando no se resuelven justamente las cosas, se pierde la razón, se deja de creer y desaparece la razón. Espero el final para saber como se resuelve.
ResponderEliminarTal cual "Anónima". Faltan pocos días y el misterio se develará... ¿Luca hará justicia por sus propias manos o buscará otros medios para saciar su sed de venganza...?
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