viernes, 29 de junio de 2012

La herencia

   Había llegado el momento de ir hasta el estudio Jurídico.  Utterson había sido el abogado de la familia por años.  Era casi parte de ella.  Despojado de las formalidades que lo caracterizaban, se relacionaba con los chicos como un padrino acortando las distancias que quería tomar entre la formalidad característica de su actividad y todos los condicionamientos que le imponían sus antepasados londinenses de los cuales había escapado al llegar a Buenos Aires.
   Los recibió familiarmente y les comunicó la situación testamentaria:
       - Nidia, por supuesto, a vos te deja la propiedad de Monte Grande y el auto.  A Hernán, los viñedos de la zona de Luján de Cuyo y una finca en San Rafael.  A Claudia, el contenido de la caja de seguridad del Banco –aquí te entrego las llaves y el número- y un departamento en Palermo en las esquinas de Canning y Santa Fe.

   Claudia y Nidia habían quedado perplejas.  Desconocían la existencia de tantas propiedades.  Suponían conocer todo de Carlos, pero  era evidente que su muerte les traía no sólo dolor, sino también varias sorpresas.  En el camino de regreso, Nidia comentó conocer la existencia de alguna propiedad.  Si bien no la había conocido en forma personal, estimaba que no tendría un gran valor.  Al mediodía, de regreso, Hernán se despidió de la familia ya que debía volver a la academia. Nidia y Estela comenzaron a planificar su descanso que se iniciaría esa misma noche.  Claudia no pudo contener su ansiedad por conocer lo que había en la caja de seguridad.  Antes de partir hacia el Banco, citó a Luca para que la acompañe.  Recordaba haber estado en esa sucursal gestionando, según su padre, la apertura de una Caja de Ahorros a nombre de ambos.  Indudablemente, se trataba de una caja de ahorros y algo más, sino se enteraría en el momento de querer operar la caja de seguridad...
   Luca la estaba esperando.  Se anunciaron, le pidieron que firmara, compararon las rúbricas con el registro y... el encargado los acompañó hasta la caja. Claudia, muy hábilmente, simuló trastabillar, para evitar que se note su desconocimiento sobre la ubicación de la misma. Entonces, el muchacho se adelantó e ingresó su llave; Claudia la que le correspondía y finalmente ella y Luca quedaron solos, ante una realidad desconocida.  Abrieron la caja y la sorpresa superó su capacidad de asombro. Ante sus miradas aparecía una cantidad enorme de monedas de oro.  (Krugerrands, acotaría Luca, que las conocía), algunas joyas familiares, resúmenes de cuenta bancarias a su nombre por cifras más que importantes y una agenda.
   De ahí salieron desconcertados.  Indudablemente, la más sorprendida era Claudia.  Su acompañante la invitó a tomar algo en su departamento.  Ella se dejó llevar, infería cómo podría continuar este encuentro.  En realidad, la intención original de Luca era ayudarla a superar ese momento.  Él sabía cómo manejar estas situaciones; ella, no tanto.  Le hablaba pausadamente, casi le susurraba.  Mientras ella se tranquilizaba y participaba en el juego de seducción, Luca ambientaba la escena con una tenue música de fondo.  Luego, todo transcurrió vertiginosa e intempestivamente.  Abrazos y caricias, besos prolongados y caricias, una camisa menos y más caricias. De pronto, se encontraron envueltos en un mar de fuego recorriendo las alfombras del departamento. El juego se prolongó por horas...
  Amaneció.  Con el desayuno, Luca  transmitió a Claudia algunos de sus avances en la investigación del caso de las prostitutas.  Le comentó que, a regañadientes, había obtenido datos de un hombre que aparecía como jefe de una supuesta organización de prostitución.  También señaló la importancia que estaba percibiendo, tanto en relación a este personaje como a su organización; que suponía con varias ramificaciones y conectada a los más altos niveles de la policía y por qué no, de la actividad política.  Claudia asoció rápidamente la aparición de la figura masculina con el hombre al que hiciera referencia Yamila, y se lo comentó.  Él supuso que la investigación podría llegar a excederlo.  Seguramente, le demandaría mucho más tiempo del que había estimado.

viernes, 22 de junio de 2012

En busca de Luca



Mastica, en silencio, la bronca de haber respondido entusiasmada a la llamada de Luca, de haber acudido a lo que para ella podría ser una cita y encontrarse con un interrogatorio cruel, como si fuera una imputada más.  Claudia regresa entristecida, con ganas de patear y romper todo lo que encuentre a su alcance…
Llueve una vez más.  Otra vez el  desconcierto surge del nuevo traspié del país, la crisis se profundiza hasta el punto de causar victimas inocentes.
Observa a través de la ventana. Medita, repasa su fracaso sentimental  y continúa sin comprender como su pareja de tres años puede haberla traicionado como lo ha hecho.  La muerte de su padre, el acercamiento a Luca que no pasa de allí… Surge una gota, es la angustia transformada en lluvia que ahora recorre su rostro.  A su lado Fiera la acompaña silenciosamente, tal como ella lo precisa en este momento, acaricia su suave cabello rojizo.  Desea estar contenida entre los brazos de ese amor que ya comienza a percibir como imposible.  Se cuestiona y se  pregunta que sentirá Ferranti por ella o si será que tiene otra pareja; todas son incógnitas que no puede resolver.
Piensa y piensa y no encuentra respuestas, su angustia se profundiza, decide llamar por teléfono a su mejor amiga: Carla.  Le transmite sus dudas, sus sentimientos le pide ayuda, una simple orientación.  Carla le aconseja tomar la iniciativa, actuar con decisión.  ¿Te interesa Ferranti? Entonces llamalo, hablale, proponele hablar, compartir…
Claudia duda, toma coraje, respira profundo marca el número, su corazón se acelera:
-“Usted se ha comunicado…”
Al borde del llanto nuevamente, respira profundo, y deja su mensaje:
-Soy Claudia, Luca, quería conversar contigo, llamame cuando puedas…
Se recuesta sobre el sillón con el inalámbrico a su lado, enciende el televisor, espera. El cansancio la vence, se queda profundamente dormida. 

viernes, 15 de junio de 2012

El error

   La charla fue interrumpida por un llamado al celular de Hernán.  Más nervioso aún, se alejaba procurando resguardar la conversación.
       -¿Y encima me llamás? ¿Qué plata, infeliz...? ¿Dónde los conseguiste? ¡Arreglate vos! ¡Yo no te pienso pagar...! ¡No, el arreglo era otro! Te saqué para que me hicieras unos trabajitos y mirá cómo me pagás. ¿Encima querés la guita? ¿!No ven televisión, manga de inútiles!?...  Mirá, Polaco: prendé la tele, enterate de la que se mandaron y desaparecé de mi vida porque si te vuelvo a cruzar, sos boleta. ¡Vos no sabes con quién te metiste!

   Mientras Hernán hablaba, Claudia ayudaba a Estela a levantar la mesa.  Igualmente logró captar algo de esa conversación.  Le llamó profundamente la atención el tono violento que empleaba su hermano para dirigirse a su interlocutor.  Además, había enfurecido y eso no era habitual en él.
   A media tarde, Nidia recorría pausadamente los corredores de la casa convocando a Yamila.  Ante la falta de respuesta, el llamado de Nidia subía de tono.  Claudia, que la había escuchado, le sugirió que la buscara en el jardín. Entonces, su madre le pidió que le hiciera un favor: llevar a Yamila al vivero, a comprar los plantines de alegrías del hogar que tanto le gustaban para que Zacarías termine su trabajo.
   Al regresar, Yamila se dirigió a su habitación y Claudia, a la suya para terminar el práctico de Sociología con la firme intención de impactar y lograr un pronto reencuentro con Luca.
   A la noche, Estela le llevó la cena a Nidia a su dormitorio.  Hernán no había regresado de la academia adonde había ido para ultimar los detalles de su regreso.  Claudia había logrado finalizar el práctico y aprovechó esta situación para lograr un nuevo acercamiento con su protegida.  La encontró en la sala de lectura del primer piso donde aprovechó para reestablecer la comunicación:
      - Yamila, te estaba buscando.  Tengo tu documentación.  Ahora sos la señora Yamila Goitía.  Mirá, este Ferranti es un genio y te hizo  el pasaporte, también.
      - ¡Ojalá lo pueda usar!
      - Sí, seguramente no pasará mucho tiempo. Luca resolverá el caso rápidamente y podrás iniciar una nueva vida.  ¿O pensás volver a lo tuyo?
      - No,  del pasado mejor no hablemos.
      - Bien, hablemos del presente. 
      - Bueno, contame cómo va lo tuyo con Ferranti.
      - Lo mío, empieza a ser lo mío con Luca.
      - Ah, la cosa empieza a tomar color…
      - Sí. ¿Y lo tuyo con Zacarías cómo anda?
      - ¿Cómo querés que ande si él viene cada tanto? Además,  ya tiene su familia...
      - Quizá vos ahora puedas pensar en hacer una familia.
      - Sí, aunque primero quisiera recuperar la mía. Hace años que no veo a mis padres ni a mis hermanos...
      - Yo me refería a formar una pareja.
      - No sé. Me da cierto temor.  Mis relaciones no implicaban ningún compromiso. Además, me tocó muy de cerca lo de La Turca, y todo por un tipo...
      - ¿Por qué, se enamoró?
      - ¡No, cuestiones laborales!
      - ¿Tuvo algún problema con algún cliente?
      - Mirá que sos curiosa, ¿eh? Ese Ferranti te va a sacar buena, al final.  No, mirá.  La Turca ya no trabajaba.  Un día apareció un tipo que se hizo cargo de todo, al poco tiempo no supimos nada más de ella.  Se rumoreó lo peor...
      - ¿Y qué explicaciones dio? ¿Ustedes preguntaron?
      - Ahí nadie pregunta nada.  Una trabaja, cobra y es ciega, sorda y muda...
      - ¿O sea que ese tipo pasó a ser tu jefe?
      - Supongo.  Aunque de cafishio, mandó a otro.  Pero no puedo contarte más.  ¡Mirá que toda esta información te va a costar muy caro...!
      - Está bien… ¿Qué estabas leyendo?
      - El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde. Estaba en la biblioteca. ¿Lo leíste?
      - No, ¿por?
      - Deberías...
Claudia no lograba comprender.  Jamás hubiera imaginado que Yamila pudiera darle recomendaciones literarias.
  Se dirigió a su habitación a ultimar los detalles del encuentro con Luca cuando sonó el teléfono:
      - ¿Hola, Claudia?
      - ¡Hola Luca! Justo estaba preparando toda la información para mañana.
      - Bueno, pero no te hablo por eso.
      - ¿Pasó algo?
      - ¿Qué tenés que hacer ahora?

  La pregunta, si bien deseada y esperada, no dejó de sorprender a Claudia quien, nerviosa, no sabía qué responder:
      - ¿Hola? Claudia, ¿estás allí?
      - Sí, perdón. Nada.  No tengo que hacer nada.
      - Estoy en Kansas, acá en San Isidro. Te espero. 
      - En media hora estoy allá.

viernes, 8 de junio de 2012

Primer informe



   Claudia le comentó el diálogo que había sostenido con la mujer, haciendo hincapié en la figura de “la Turca” y en que, por el momento, no aparecía ningún hombre ligado a la organización. Sugirió, a modo personal, que Yamila tenía mucho para decir y mucho para ocultar. Ferranti valoró las noticias que le había llevado la joven.
     -Bueno, realmente estás haciendo muy bien tu trabajo. Me comprometo a tenerte al tanto de las novedades que se puedan producir para que compartamos el caso. No te va a venir mal despejarte un poco después de lo sucedido con tu padre.
Claudia percibió el cambio e inmediatamente se acopló al tuteo, considerándolo otra forma agradable de acercamiento…
    -Sí, con respecto a eso, yo quería pedirte algo.
    -Lo que precises…
-Bueno,  ¿te encargarías de averiguar qué fue lo que pasó? La verdad es que no creo mucho en la Policía, en casa de herrero...
-Sí, ya sé, te conozco. No hay problema. Pero, ¿tenés algo que me puedas contar para empezar con la investigación, algún dato, indicio…?
-Creo que el asesinato de papá se relaciona con un intento de robo que tuvo antes de irnos de vacaciones. Él sacó corriendo a los delincuentes e hirió a uno de ellos.  Para mí fue una “vendetta”.
-A veces no todo es tan simple.  Este caso nos puede llevar un tiempo…
-No importa, sólo me interesa que tomes parte en el asunto y por los gastos no te hagas problemas.
-Sí, despreocupate. Lo podemos considerar como una contraprestación.  No te olvides que vos estás colaborando conmigo. Si llegara a necesitar algo te llamo.  Quedate tranquila.
-¿Y cómo nos organizamos? ¿Cuál es el plan de acción?
-Así me gusta, muchachita.  ¿Hablaste con tu madre y tu hermano? ¿Están al tanto de todo esto?
-No, los veo muy afectados. Con Hernán estamos considerando mandarla a descansar algunos días… 

   Se despidieron sin palabras.  Él se sentía cada vez más cómodo, ella no había podido superar el intempestivo ataque de celos que le causara el encuentro de aquella mujer saliendo del departamento.  Intuyendo lo que pasaba. Luca aclaró:
-Tal como te prometí, tengo algo para contarte: La mujer que acaba de salir era una compañera de Yamila.  También me habló de una mujer a la que conocían como “la Turca” que al principio estaba a cargo de la organización pero al crecer, la desplazaron y más tarde; nadie sabe bien por qué, la eliminaron.

   Claudia sintió un enorme alivio y logró mirar a Ferranti con la calidez creciente con la que lo venía haciendo. Éste demostraba asombro por el entusiasmo de su discípula. Había tomado debida nota de todo lo que le resultaba llamativo, tanto de las conversaciones sostenidas como de las actitudes y comportamientos de Yamila. Sospechaba, porque la experiencia le había concedido esa habilidad, que Claudia sabía algo más de lo que estaba relatando.  Esto le gustaba porque, además, le permitía reconocer que no se había equivocado en la elección.

-Claudia, tengo la documentación de Yamila. ¿Se la entregarías, por favor?
-Si Profe, cómo no.
-¿Cuándo pensás retomar las clases? Me parece que hay algún compañero que te está echando de menos.  ¿No es así?
-Puede ser, pero puede seguir echándome de menos, por lo que a mí respecta.  Tengo personas más importantes en mi vida en las que pensar ahora.  No se preocupe, en la próxima semana retomo las clases y le entrego el práctico.
-No te preocupes por el práctico, si no podes llevármelo a clases, nos encontramos y me lo das.

   Se despidieron con un beso en la mejilla.  Hubo pensamientos y deseos en común, los encuentros comenzaban a ser cada vez más gratificantes…
   Ya en la casa, Nidia continuaba durmiendo. Hernán y Claudia decidieron, no molestarla.  Almorzaron mientras intercambiaban opiniones sobre las vacaciones de su madre.  Hernán se mostraba un tanto disperso e inquieto.  Claudia no dejaba de observarlo y de llamarle la atención para decidir qué hacer. En uno de esos intentos, Hernán comentó que había pasado por el estudio jurídico donde había concretado una cita para el día siguiente con Utterson, el abogado de la familia.  Deberían ir los tres.  Luego alentarían el paseo de Nidia y Estela. Las dejarían elegir destino. Claudia coincidió con su hermano.

viernes, 1 de junio de 2012

Primer interrogatorio

   Yamila ordenaba el cuarto de Claudia cuando la vio entrar. 

     - Lo siento mucho.  ¿Cómo estás?
     - Y... ¿Qué querés que te diga? Destruida, por supuesto.  Nada hacía prever esto.  Nos tomó de sorpresa a todos. Ahora nos queda cuidar de mamá que es la más débil.
     - ¡No te preocupes, lo va a superar...!
     - Bueno. Sí, ya sé. Se va a reponer.  Pero contame cómo están tus cosas.  ¿Te sentís cómoda?
     - Estoy desconcertada. Son demasiados acontecimientos y cambios para tan poco tiempo.  Además, no te olvides que por ahora estoy condenada al encierro.  Esta casa es muy linda, tiene mucho jardín, pero ya lo recorrí mil veces...
     - Sí, con Zacarías...
     - Sí, pero no es como lo tuyo con Ferranti.
     - Y... ¿Qué es lo mío con Ferranti?  Yo soy la alumna y él es el profesor.
     - Típica novela de Corín Tellado... Si vos te querés mentir hacelo, pero algo pasa ahí...
     - ¿Y vos alguna vez te enamoraste?
     - Sí, cuando tenía tu edad. También con un profesor... No me dio bola.
     - ¡Y dale con el profesor! ¿Una sola vez?
     - Mirá, alguna vez algún cliente me simpatizó, pero...
     - ¿Vuelven? ¿Tenías clientes que regresaban?
     - Sí, alguna vez me pasó con algún extranjero.  Cada vez que pasaba por Bs. As. me pedían.
- ¿Y cómo te enterabas?
     - En los grandes hoteles hay un catálogo.  El cliente selecciona y pide...  Los conserjes tienen teléfonos.  Usualmente se comunican con lo que en el ambiente se conoce como “Cafisho”. En nuestro caso teníamos un personaje al que le decían “La Turca”.  La mandamás.  Además de decidir si te mandaba o no, se encargaba de comprobar los datos y de procurar un ambiente de seguridad para nosotras.  Siempre trabajamos para gente de buen poder adquisitivo.
     - ¿Se cobraba bien?
     - Al principio, no. Después... ¡Si “La Turca” lo hubiera sabido...!  Cuando empecé me decía que nos íbamos a morir de hambre.  En los buenos tiempos salíamos al mejor postor. Duró poco. Nos empezaron a “apretar”.  Cada vez se colgaba más gente que nos aportaba contactos, pero que también se llevaba una parte importante de los ingresos.  Era eso o nada.  Si no transabas, no podías trabajar. La Turca se resistió y así le fue...
     - ¿Hace mucho que no la ves?
     - Mejor no me hagas acordar de eso.  Me voy a dormir.  Vos también, andá a descansar que te hace falta.
     - Bueno, dale pero prometeme que me vas a seguir contando estas historias de caperucita.
     - Sí, de caperucita y el lobo...  Andá, acostate, haceme el favor.

   Claudia aceptó gustosa.  No sólo porque se sentía agotada, sino también porque había avanzado en su tarea de investigación.  Aprovecharía para ir a lo de Luca y comentarle las novedades.  Un personaje había captado su atención: “La Turca”.  ¿Se trataría de una organización de mujeres?  ¿Qué habría pasado con “la Turca”? ¿Por qué Yamila habría interrumpido la charla justo allí? Le resultaba extraño que en este tipo de organizaciones tan machistas, todavía no hubiera aparecido ningún hombre.

   El descanso había resultado realmente reparador.  El clima acompañaba la sensación de alivio.  Había amanecido soleado, con temperatura agradable.  Realmente como uno de esos días donde uno quiere hacer de todo.  Durante el desayuno, Nidia permaneció con la mirada fija en el parque.  Según Yamila, Hernán había salido temprano.  Claudia quería iniciar una conversación con su madre pero ella no respondía.  Implícitamente aceptó que era consecuencia lógica de lo ocurrido.  Estela interpretó la situación y tranquilizó a Claudia manifestándole que su madre estaría bien en unos días y que unas “vacaciones” no le vendrían para nada mal.  Ella estaba dispuesta a acompañarla. Total, ahora podía dejar a Yamila con las indicaciones correspondientes para que su ausencia no se notara. Claudia prometió hablar con Hernán. Volverían a tratar el tema por la noche.  Finalmente, decidió ir a lo de Luca.
   Al llamar a la puerta, una joven mujer le abrió y se despidió de Ferranti. Claudia, indignada, enmudeció por algunos instantes.  No se dio cuenta de que Luca le estaba hablando:
     - Hola, Claudia. ¿Algo mejor?
     - Sí.  El descanso me vino bien. 
(Luca observó en el rostro de su alumna un gesto de molestia)
- Sentate. ¿Todo bien, Claudia? (Insistió)
     - Bien, Dr. Ferranti.
   Luca percibió el malestar de Claudia.  Sabía que no tenía motivos para celarlo, pero jugaría con esta situación.  Ya tendría oportunidad de aclarar lo ocurrido. 
     - Bueno, pero contame. ¿Viniste por algo en especial?
     - Sí. Vine para comentarle que ayer a la noche tuve una charla con Yamila.
     - La discípula perfecta. Hasta el día del entierro de tu padre, trabajando...
     - No fue tan así. Cuando llegué a casa, ella estaba arreglando mi cuarto. La charla se dio sola.
     - Contame, ¿qué te dijo?
     - No se haga ilusiones, no demasiado.