viernes, 27 de abril de 2012

La Partida:


   Carlos había iniciado los preparativos en la semana, previa charla con sus hijos y esposa.  Este viaje le recordaba las últimas vacaciones juntos en el costosísimo departamento de Villa Gesell con vista al mar.  Un “embole” habían dicho los chicos (pre-adolescentes), lejos del centro, del ruido y la noche.  Pero el tiempo lo puede todo.  Ese aburrimiento había sido no sólo olvidado, sino también, apaciguado por la madurez y el regreso a la admiración y respeto por los padres.  Habían acordado salir todos juntos nuevamente.  Esta vez con un motivo más concreto que serviría, además, como un descanso reparador.  La  necesidad de noches y boliches ya no tenía la misma prioridad que antes.  Cuando Carlos mencionó Mendoza,  todos recordaron el reflejo de las relucientes veredas a fuerza de las limpiezas matinales con lampazo y kerosene, la enorme cantidad de plazas, cada una con su estilo,  las acequias, el parque General San Martín, la peatonal San Martín, las mesitas sobre la vereda, Potrerillo y otros.
  
Había reservado pasajes en el vuelo de las 19.55, hospedaje en el Plaza Hotel, frente al parque Independencia y el alquiler de un vehículo que utilizarían los cuatro durante el día y sólo los “chicos”, por la noche.
Parecía estar todo en orden, hasta que:
-Teléfono, Pá.
-¿Quién es, Claudia?
-El Sargento Juárez, dice que es urgente.
-¡La puta que los parió! ¡Justo ahora!  Hola…
-Disculpe, Comisario. Pero tenemos información de que en el Hospital Zonal están atendiendo a un individuo con una herida de bala en la pierna, dice ser policía.  Se le disparó el arma por accidente y  salió de su domicilio sin sus credenciales.
-¡Que lo retengan!  Voy para allá. Chau.
-Nidia, vuelvo en un momento
-¡¿Qué decís, a dónde vas?!
-Al hospital, hay un herido. Mi olfato me dice que puede estar relacionado con lo que me pasó hoy.
-¡Pero, pará! ¿Estás loco?  Dentro de media hora tenemos que salir para Aeroparque.  Si no llegás, me voy con los chicos y te esperamos allá.
-Váyanse en remis.  Yo después los alcanzo.

   Trastornado por lo ocurrido, salió  enloquecido y fastidiado.

  Tengo que tomar revancha de estos matoncitos…  ¡Cómo se  atreven a desafiarme! No saben con quién se están metiendo.  Es evidente que nadie será capaz de manejar este caso y entregarme a los responsables. ¡Puta Madre…! Justo hoy. Estoy rodeado de inútiles…

   Se sentía superior.  Su instinto le sugería que algo gordo podría  haber detrás de todo esto.  Prácticamente voló el recorrido desde su casa al hospital.  Olvidó temporariamente el  viaje y la distensión que había comenzado a lograr.  Sólo quería llegar, tomar al delincuente del cuello y ahogarlo hasta que largara toda la información.  Abandonó  el vehículo sobre la vereda y bajó.  Ingresó en la Guardia sin anunciarse. Ya estaba acostumbrado a esto. Además,  era figura reconocida en los hospitales de la zona. Encontró una anciana desvalida y una enfermera. Nadie más.  Ésta le informó que al paciente se le había extraído el proyectil y que había quedado a disposición de la Policía, creyendo que había sido trasladado a la comisaría correspondiente por dos uniformados.
Tomó su celular y llamó a Juárez.
-Juárez, ¿me quieren arruinar el día, carajo?  ¿Para qué me avisaron que estaba en el hospital si ya se lo llevaron?
-¿Quién se lo llevó, Jefe? ¿Si el móvil nuestro recién salió para el hospital con la orden de detención?
-¡Pedazo de inútiles! Si no estoy yo no sirven para nada, ¡otro más que se les escapa!  Mirá, Juárez, me voy.  Háganse cargo y a mi regreso quiero ver al chaboncito del proyectil en la pierna en la uno. ¿Entendiste?
-Sí, Jefe, que descanse...

¡Para qué carajo lo llamé, este turro con la misma prepotencia de siempre…! Me deja el bardo a mí.  Total, el señor se va de vacaciones y los tarados seguimos trabajando ¡Y encima cubriéndole las espaldas y sus curros…!

   Furioso, salió rumbo a Aeroparque.  Conducía y trabajaba inspeccionando los autos que transitaban a su alrededor pensando que la suerte podría favorecerlo   cruzándolo  con los delincuentes,  pero nada ocurrió.  Su familia lo recibió fríamente en la sala de preembarque de Aerolíneas: Estaban preocupados.  Habían dado el último anuncio para abordar.  Se apresuraron.  Carlos sonrió y tuvo todos los gestos de gentileza posibles pero no pudo quebrar el malhumor instalado en la familia. 
    La tensión inicial del despegue no ayudó a provocar la distensión deseada por Carlos, pero la estabilización a nivel crucero, el buen clima y la calma en el desarrollo del vuelo, sí.  Claudia acompañaba a su padre y Hernán, a su madre.  Esta ubicación se originaba en la facilidad que tenían Nidia y su hijo para dormir durante los viajes y en que la joven resultaba una excelente compañera de Carlos ya que al igual que él no podía conciliar el sueño durante estas travesías.  La hija rompió el hielo:
-Mientras te esperábamos, mamá nos comentó tu anécdota de esta mañana, ¿alguna novedad?
-¿Anécdota?  Estos matoncitos no saben con quién se meten.  Me refiero a que un policía con experiencia no se compara con un novato, como puede ser el caso de tu hermano...  Lo del llamado fue frustrante, por un momento pensé que podía dar con alguno de esos tipos pero sólo resultó una falsa alarma.  Parecía que el ladrón herido estaba siendo atendido pero, cuando llegué al hospital no había ni rastros del delincuente. Algún tipo de conexión tienen que tener porque habían abandonado el lugar antes de que llegáramos.   Pero mejor olvidemos esto por ahora. ¿Y vos? ¿Qué tenés para contarme?
 -Estoy bien.  Tal vez un poco cansada.  En este cuatrimestre cursé cuatro materias y aprobé tres, la otra es anual: Sociología. Te puedo decir que me impactaron el contenido y el Profesor. 
-¿Y por qué, el Profesor?
-Porque es todo un personaje.  Reconocido en su especialidad por su capacidad de deducción.
-¿Y…cómo se llama ese “genio”?
-Ferranti, ¿vos lo conoces?
-No, pero me suena familiar...Ferranti...Ferranti...,puedo averiguar...
-No, Pa Dejalo así.
-¿Por qué me dijiste que es todo un personaje?
-Por todo.  Presencia, idoneidad, capacidad, carisma.  Es un tipo que llama la atención, ni hablar de cuando transmite conocimientos, saberes, experiencias.  Un profesional reconocido nacional e internacionalmente. Pese a recibir varias ofertas del exterior, decidió quedarse en nuestro país.
      El diálogo fue interrumpido por el “pip” de advertencia: “Fasten seat belt”, o dicho en español “ajustarse los cinturones”.  Señal de posibles turbulencias.  La auxiliar de a bordo despertó a Nidia y Hernán para que siguieran las indicaciones de cabina. La pericia del piloto permitió  un impecable descenso en la pista de El Plumerillo.


viernes, 20 de abril de 2012

La Familia



Día agitado.  No termina de llegar a su casa y debe regresar a la oficina.
     -Buenas....
     -Oficial, ¿no había terminado su turno?
  -Lo nuestro nunca acaba, Juárez. Unos malandras me hicieron la “salidera”                 del cajero, herí a uno de ellos.
-¿Usted está bien?  
-Zafé por milímetros nomás, todavía siento el zumbido de los disparos y... Mirá, sí. Me acabo de dar cuenta de que me perforaron el impermeable.  ¡Che! Ya no se puede vivir tranquilo.  ¡Rateritos de mierda!
-¿Le robaron algo?
-¡Nada, ni para eso sirven estos truchos.....! 
-Tranqui, oficial. Déjeme un detalle y disfrute de su viaje, nosotros nos encargamos.
-Gracias Juárez, sabía que podía contar con usted.
-¡Perdone, Jefe!  En el caso de las prosti, ¿se conoció el resultado de las pericias?
-¿El Juez no había pedido la opinión de ese famoso perito...? ¿Cómo se llamaba.....?
-Ferranti.
-¡Sí, ése,  Ferranti!
-¿Todavía no dio su informe?
-No, todavía no.

   ¡Ahora sí, rumbo a casa!  Sin lluvia, sin ladrones –eso esperaba-, transitó Hernández rápidamente, Arana y (por fin) la apacible Rodríguez. Su silencio y quietud, su arboleda añosa: paraísos, juncales, tropicales.  Un lugar increíble. Una hermosa vivienda.  Rodríguez, entre Belgrano y Moreno. 
   Frente enrejado cubierto de glicinas, dos portones de apertura automática, uno a la entrada, otro hacia el garaje.  Senderos internos adoquinados, ingresa al garaje donde abandona el Ford  color plateado que le permite movilizarse cómoda y rápidamente.
   La casa- mansión. Dos plantas sobre columnas señoriales, frente liso y blanco, grandes ventanales, balcón con balaustrada.  El interior más que confortable: piso tarugado de madera, hogar a leños, amplias habitaciones, tres dormitorios, dos baños, cocina que da al jardín posterior, living comedor y recepción integrados con vista al parque anterior.  Puertas divisorias de madera lustrada, las mejores alfombras y la escalinata en mármol de Carrara.  Luz difusa y focos dicroicos en los lugares precisos.  Acordes de “ Hey, Jude” por el eterno grupo favorito de los dueños de casa.  Amplios jardines externos: canteros con fresias. Flores silvestres, anémonas japonesas, violetas de los Alpes, lágrimas de la virgen y otras especies en armonía con el diseño y estilo del lugar, obra y resultado de Zacarías, diseñador de parques y jardines, que había logrado mantener todo impecable a pesar de las andanzas de Fiera, la mascota de la familia.  Nunca un nombre mejor asignado: Fiera, era un perro sumamente agresivo para cualquier extraño que se acercara a la mansión, pero el más dulce y juguetón para los habitantes de la casa.  El único que había sido capaz de doblegar rápidamente su agresividad había sido Zacarías, quien ganó su simpatía desde que se incorporara a la casa, el año anterior. ¿Será que los animales también tienen sus preferencias…?
-¡Hola! ¿Hay alguien en casa?
   Silencio total...    Un fuerte aroma agradable ejerce una atracción irresistible.  Como llevado de la mano (¿de las narices?) se dirige hacia la cocina. ¿Albahaca? ¡Sí, su plato preferido! Y detrás de él la única autora posible: Nidia, su esposa.   Estatura mediana, tez blanca, ojos acarameladamente castaños y grandes, pestañas pronunciadas, nariz pequeña y redondeada, labios delineados, sonrisa acentuada por su blanca dentadura, cabello rojizo procurando matizar su edad.
-¡Hola! ¡Pensaste no había nadie!, ¿eh?  Le di franco a Estela, adivina por qué.
-¿¿¿¿Mmmmmmm????  ¿Por el postre luego de los fideos al pesto?
-Son años, ¿no?  Ya no logro sorprenderte.
-¡Cómo que no, mi amor! ¡Siempre me sorprendés! Y tu maridito hoy merece un premio tan especial como el que me sugerís.  Acabo de sacudirme a dos malandras que quisieron robarme.
-¿¡Dónde!? ¿Estás bien? ¡Contame qué pasó!
-Nada, parece que estaban haciendo salideras y me tocó el turno. No se imaginaron con quién se iban a encontrar.  Me siguieron hasta Camino de Cintura, me encerraron y, como los vi seguirme desde el cajero, me encontraron preparado.  Herí a uno de ellos, dos principiantes, no sé si menores, todavía.  Lograron escapar, no quise perseguirlos.  Tenía el dinero, no me habían dado...  No quise más complicaciones.  Volví a la seccional, dejé los datos para la denuncia, por eso me demoré un poco.
-¡Qué país imposible, Carlos!  Por suerte nos vamos de vacaciones.  ¿Entendés ahora los planteos de Claudia y Hernán para radicarse en el extranjero?
-Los entiendo pero no puedo resignarme a tener contacto únicamente vía Internet.  Si no los veo lo suficiente ahora que habitamos el mismo techo, no quiero imaginarme si vivieran en el exterior.
-Y ¿qué pretendés?  Claudia se esfuerza por cursar cuanta materia pueda para recibirse cuanto antes, Hernán sigue tus pasos.  Hasta que los chicos se reciban y vos te jubiles se continuarán viendo por momentos como hasta ahora.
-¿Eso es un reclamo?
-No, es simplemente otra realidad de este país que nos gusta pero nos duele ¿o no es lo que vos siempre decís?
-Es así Nidia, no le demos más vuelta a la cosa, el día que crezcamos y podamos confiar en nuestras instituciones y dirigentes....
-¡Eh! ¿me estás hablando de ESTE país?
-Sí, Nidia, HAY un país posible.
-¡Mejor vamos a comer! Y empecemos las vacaciones desde ahora, pensá que mañana ya no tenés que madrugar y que en momentos nomás estaremos todos juntos saliendo hacia tu querida  Mendoza.
-¿Qué vacaciones?
-Bueno, sí, ya sé que vamos por los papeles.
-Me gustaría que entiendas que es NECESARIO proteger nuestros bienes y que la inscripción como bien de familia de la finca nos soluciona el de principal valor.

   La siesta siempre resulta reconfortable, máxime cuando sólo se puede disfrutar de ella en fines de semana o vacaciones. 
   Claudia y Hernán llegaron sobre las cinco,  apurados en preparar sus pertenencias. 
   Ella, pequeña, de rasgos ingenuos, físicamente casi un calco del  padre pero con un halo de misterio que invitaba a conocerla, de carácter tan firme y  tierno como la situación lo demandara.  Quizá por eso lograba relacionarse con tanta facilidad y con gente tan diversa.  Con una inteligencia admirable, de gran poder y capacidad deductiva, según sus docentes de la Universidad.
   Él, con rasgos e idéntica capacidad de resolución de Carlos.  Avasallante, ambicioso, pujante, intempestivo, musculoso, esbelto y vigoroso.  Saludó a sus padres a la distancia.  Desde el corredor, caminó a su dormitorio  para quitarse el uniforme.
   Claudia despertó a sus padres con un beso y se dirigió a su habitación a ordenar la ropa que llevaría para sus mini vacaciones.

sábado, 14 de abril de 2012

El Asalto Frustrado


El asalto frustrado

14 de Julio, Mendoza, Diario “ El Libertador ”.
Agencia DYN
Red de prostitución desbaratada.
 Durante esta madrugada, una comisión policial del Gran Buenos Aires ha apresado a un número no detallado de prostitutas  que se encontrarían relacionadas con el tráfico de estupefacientes.  No se descarta que este tipo de organización opere en forma de célula y que lo haga bajo una misma dirección  en otras actividades tales como juego clandestino, lavado de dinero, con ramificaciones y contactos a nivel político.  Interviene el Juez Bucci quien ha solicitado la participación de especialistas.




   Había sido una semana negra, casi de película.  Una vez más, la lluvia.  Callecitas de Buenos Aires...  reza la bendita canción.   El conductor detiene el vehículo a metros del cajero automático.  El agua no es la única dificultad.  Se acaba de estrenar “el corralito”, invento nacional de apropiación ilegítima de fondos privados.  Lluvia y más lluvia. Prolonga la espera para que la prolongada fila se reduzca, no percibe que alguien lo está observando.
   Finalmente, se decide: desafiará a la lluvia. Baja del automóvil. La última persona en utilizar el cajero le deja el espacio libre.  Opera y maldice por lo bajo.          Logra parcialmente su objetivo, no puede retirar más dinero por las restricciones de efectivo que impusieron las últimas medidas económicas: doscientos pesos por semana, con un máximo de mil mensuales.  Se dice que en los países modernos los sistemas están “bancarizados”  y que los pagos de las compras se realizan por medios electrónicos.  “Cómo si la mayor utilización de la tarjeta de débito pudiera acercarnos a los países del primer mundo”, piensa.  Deja el lugar, molesto.  La presión de su enojo se traslada al acelerador. Circula por la calle Alvear sin tomar en cuenta el riesgo que provoca  la velocidad sobre un piso tan mojado. Especula con ir a otro cajero u operar otra tarjeta; el efectivo no le resulta suficiente para afrontar los gastos que le demandará su futuro viaje.
    Alvear y Arana: semáforo en amarillo. La lluvia persiste. Observa por el espejo retrovisor para asegurar el frenado. Un Peugeot lo sigue de cerca, no frena; el vehículo lo acompaña en el giro.
Acelera. El segundo auto, también.  Su instinto le indica que algo malo puede suceder.  Abre la guantera y saca el arma reglamentaria: una Browing nueve milímetros, la coloca debajo de su asiento, ocultándola. Hace lo mismo con sus identificaciones  personales.  Si por algún motivo son cacos y se dan cuenta de su profesión, es hombre muerto.  Saca de la cintura su segunda arma, la preferida, una Taurus nueve milímetros, en ésta sí confía: 14 proyectiles más uno en recámara.

    Acelera un poco más, gira casi en el aire para tomar Camino de Cintura. El otro automóvil,  haciendo la misma maniobra, se le adelanta y lo cruza obligándolo a frenar sobre la banquina, no llega a detenerse del todo, fuerza la reversa; suelta el embrague y acelera violentamente; retrocede sin mirar atrás.  Logra evadirlos momentáneamente.  No se dan por vencidos.  Por suerte durante el retroceso sólo encuentra latas y ramas en esta parte de su recorrido, frena, vuelve a acelerar.  No logra la velocidad suficiente y lo impactan desde atrás haciéndole perder el control.  Vuelve a irse sobre la banquina pero ya no puede maniobrar.  El otro auto logra detenerse quince metros más adelante.   Bajan dos individuos armados  apuntándolo.  No lo duda un instante, dispara y hiere en la pierna a uno de ellos.  Le responden.  Los disparos también llueven.  Se agotan los cargadores…

   Instantes eternos.  Multitudes solitarias. Observo a mí alrededor, la rutina continúa.  Nadie se detiene, ni se involucra.  El tránsito mantiene su ritmo, pareciera que la lluvia ha instalado cortinas divisorias.  Alguien corre sobre la vereda más próxima, ¿intentará llamar a la policía?, ¡¿a la policía!? Pero... ¿qué espero?, ¿acaso no sé cómo son estas cosas?  Apunto mi vista en  quien me enfrenta. Un instante; un siglo.  Nuestras miradas se miden. Giro, un hilo de sangre.  Corro.  Ellos, también. Se meten en el auto y huyen.

¿Qué falló?  Si todo estaba previsto...  Un susto, nada más.  Llueve, ¿todo el mundo está armado?, ¿o, será que.....?,  Todo sigue igual.  Casi una foto, un retrato.  La sensación de peligro, ¿hace detener el tiempo?  ¿Qué hacemos con el Larva? No importa, seguro que el polaco se encarga. Él tiene respuesta y soluciones para todo, por algo es el Capo.

viernes, 13 de abril de 2012


Una salidera bancaria en el sur del conurbano bonaerense, una familia de clase alta, un jefe de policía, un profesor universitario, su alumna…
Una trama atrapante que intenta dejar en evidencia la hipocresía de una sociedad donde nada es lo que parece…

Carlos Franchini:
Comisario en actividad, rol que, inconcientemente; mantiene en todos los ámbitos de su vida.  Profesión heredada con todos los condimentos que le son propios.  Hijo único, consentido, encuentra en la actividad el campo propicio para continuar manejándose según sus caprichos. De una sufrida infancia, testigo mudo de los desplantes y maltratos de su padre hacia su madre. Coleccionista de armas, hobby que lo ha llevado a completar una serie amplia e invaluable de éstas. 



Nidia:
Esposa y madre ejemplar, hija de una familia acomodada, desempeña el rol que le es propio y reemplaza adecuadamente las ausencias del marido.  Posterga su actividad profesional (paisajista) y su realización en pos de sostener la armonía familiar.  Supera su soledad realizando obras de beneficencia que le permiten ocultar las visitas esporádicas a su hermano mayor internado en una clínica psiquiátrica. Cómplice silenciosa de actividades que se desarrollan en su entorno y que no comparte.  Calla por temor.



Claudia:
Hija de Carlos y Nidia.  Estudiante de Sociología sufre calladamente el fracaso de su última relación sentimental procurando, inconscientemente, reemplazarla por otra.  Los avatares de la vida modifican sustancialmente su perfil de niña suave, dócil e introvertida, con el transcurrir de los hechos surge una personalidad fuerte y avasallante capaz de romper con viejas ataduras y esquemas.  La aparición de Ferranti dispara en ella la búsqueda de la verdad.  Desde niña percibe en su entorno situaciones que evidencian un distanciamiento entre verdad y simulación…

Hernán:
A punto de egresar de la academia de Policía con honores, busca reemplazar el vacío dejado por su padre procurando alcanzar sus méritos para ganar su admiración y revertir de ésta manera la imagen que de niño Carlos tuviera de él.  Sobreprotegido por su madre había desarrollado gestos y actitudes sensibles que su Padre nunca soportó.

Ferranti:
Profesional centrado en sus objetivos y logros personales.  Empleado, ocasionalmente, como perito en investigaciones especiales.  Altamente valorado por su eficiencia y desempeño en la resolución de casos complejos.  Se desempeña, también temporariamente, como Profesor en universidades nacionales y del exterior.  De carácter firme y a la vez afable, su imagen es la de un lider carismático que logra la empatía de quien lo conoce.