La cantidad de sangre derramada es atroz, sabe que no
podrá hacer nada para recuperar a su amada, solo acompañarla hasta el último
momento. Se acerca, se sienta a su
lado; toma su mano. Parece querer decirle algo, aproxima su oído y, con el
último aliento, escucha susurrar “Valentino…”
Ya sin respirar y sabiendo que no había nada más por hacer
Luca trata de superar el desconcierto.
No es fácil, está profundamente aturdido. Vienen a su mente imágenes de
gratos momentos que se desdibujan prontamente superadas por el afloramiento de
sentimientos encontrados: Los de felicidad vivida junto a Claudia y los de odio
por esta situación inesperada, inexplicable.
Logra sobreponerse y ordenar su mente: Sabe que Valentino
está a punto de salir del colegio, su primer día de clases. También conoce que su situación es por demás
complicada.
Duda, no sabe a quien recurrir, opta por llamar a Carla,
la mejor amiga de Claudia, y pedirle que vaya por Valentino y lo lleve a su
casa; el avisaría al colegio que algo grave había sucedido con su madre. Debía dar parte a la policía, en tanto
tomaría fotos con su celular y trataría de obtener toda la información y
evidencia que le permitiera abordar una investigación para dar con el culpable
y, al mismo tiempo, demostrar su inocencia. Era plenamente conciente que estaba
seriamente comprometido por las circunstancias.
Duda un instante, evalúa poner en práctica sus
conocimientos y enmascarar la escena para liberarse, no puede. No debe quebrar su integridad, afrontará los
riesgos; cree en la justicia.
Con dificultad digita el número de Carla, se comunica, no
logra contenerse y un sollozo que lo asalta
le impide ocultar la verdadera situación; ahora es él quien tiene que
contener a su interlocutora que desespera por acudir allí. Logra centrarla en
la situación y hacerle entender que precisa de ella para contener a su
hijo. Corta, enfoca el cadáver y,
temblando, toma algunas fotos. No puede
continuar, se desploma al lado de su amada y comienza a acariciarla. El cuerpo se enfría y empalidece. Un último beso, el adiós…
Se incorpora y busca elementos que le permitan tener una
pista sobre el asesino.
Nada tiene lógica, mucho menos el vestido de novia que
luce Claudia. No comprende el mensaje del autor del crimen; no imagina quien
puede haber generado tanto odio ¿o fue un simple asalto? ¿Algo al voleo que
salió mal?
La hipótesis queda inmediatamente descartada ¿qué ladrón o
ratero andaría cargando un vestido de novia? No es un dato menor,
indudablemente es un claro mensaje del asesino.
No lograba reconocer enemigos en las relaciones de
Claudia, él podía imaginar algunos. Se
atormentaba al pensar que podría haber sido victima de una venganza
hacia su persona; que, indirectamente, hubiera sido el detonante de semejante
atrocidad.
Permanecía allí entre absorto y herido con el
convencimiento de estar ante la situación y el caso más difícil de su vida…
Un agradecimiento a Rox Boyer por el aporte de imágenes y a la participación de Bee y Escarcha
ResponderEliminarme encanto,aparte es como muy fuerte el primer parrafo pero la verdad me encanto
ResponderEliminarQué manera de empezar, mi amigo!!! Siento una mezcla de espanto, furia y ansiedad!!! Fenomenal comienzo!!! Un abrazo enorme!!!
ResponderEliminarP/D: Bravo por la foto de Rox!
Gran comienzo, genio!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarABRAZOS PEREGRINO
"Anónimo" Martín: Gracias por pasar, por leer y por tu comentario. Espero que te siga atrapando.
ResponderEliminarBee: Sí Bee, me costó mucho mantener esta "línea argumental" Claudia tenia muchos admiradores... Gracias por estar siempre Socia. Abrazo
Diana: Gracias, lo de "genio" me encantó; es un enorme halago. Abrazo