La
noche había caído sobre la
posada. El cielo estrellado semejaba un bello mural coloreado
por las manos maestras de un talentoso pintor.
Acodada
en la ventana de la habitación, Claudia no podía dejar de pensar en Luca. Los
sentimientos encontrados disputaban una batalla que le minaba el corazón. La
desaparición de la joven misionera la había regresado al infierno, pero la
posibilidad de tentar a Luca con la investigación y el hecho de lograr una
nueva oportunidad con él, no la dejaban indiferente.
Comenzó
a divagar por el cuarto y decidió aguzar el oído con la intención de escuchar
la actividad que se desarrollaba en la habitación contigua.
De
pronto todos sus músculos se tensaron. Una vieja canción sonó al otro lado de la pared. La voz sensual de
Ella Fitzgerald entonando Summertime la
dejó sin aliento.
Él aún
estaba despierto. Todo su cuerpo lo intuía. Un arrebato salvaje se apoderó de
sus entrañas.
Decidió
que aquel era el momento. Se cubrió con una manta y salió al pasillo.
Se
detuvo frente a la puerta de Luca e inspiró profundamente. Golpeó dos veces y
esperó.
El
rostro adormilado de Luca se asomó por la rendija. La miró
extrañado.
-¿Pasa
algo? –balbuceó con voz ronca.
Claudia
empujó la puerta y sin más lo besó en los labios. Él respondió sin titubear.
Las manos hurgaban los sitios que tantas veces habían deseado. Demasiado tiempo
de caricias contenidas y sabores no testeados.
Ella
sentía que no podía detenerse. Lo despojó de la remera y lo arrojó sobre la cama. Enlazados en
un desenfrenado abrazo, ambos rodaron sobre las sábanas.
Maravillado
por la suavidad de la piel de aquella mujer, Luca supo que ya no había retorno.
Comprendió que la única que vez que habían estado juntos, no había sido producto
de una cuestión exclusivamente visceral.
Él era
el artífice de su propio destino y estaba decidido a llevarlo a cabo.
Presentía
que Claudia era la mujer que la vida le estaba obsequiando.
Se
miraron a los ojos y no fue necesario decir nada. Como los sobrevivientes de
una tenebrosa catástrofe, se aferraron entre sí y dejaron que las emociones
fluyeran plenas y desbordantes.
Se
consumieron en un laberinto de frenética pasión.
El
amanecer los encontró abrazados. Luca dormía plácidamente sobre el pecho de
Claudia. Ella disfrutaba con los haces de luz solar que iluminaban el cabello
de su hombre.
Estaba
radiante. Sonrió. Ya no quedaba nada de la mujer trémula que vivía mortificada
ante sus propias cavilaciones.
Estimada Bee: Gracias por tu aporte y por compartir. Abrazo
ResponderEliminarme ha encantado!!!!! me gustó mucho que el personaje de Clara fuera la que tomara la iniciativa y el despertar con la cabeza de él en el pecho de ella confirma que la mujer tiene las riendas!!!
ResponderEliminarFASCINANTE!
Aplausos Bee!
Esperaba este encuentro. Me encantó la narrativa descriptiva del capítulo!!!
ResponderEliminarEscarcha: Gracias por pasar y por participar. Medio "feminista" tu posición ¿no? Ja, Ja :) Abrazo
ResponderEliminar"Anónima": Muy de acuerdo contigo, el estilo de Bee es muy particular y muy agradable, precisamente por ello su aporte para este capítulo y otro muy próximo. Abrazo
MUY LINDO!!! SE DEBIAN EL ENCUENTRO, LUCA QUEDO FASCINADO CON LA INICIATIVA DE CLARA. FELICICIONES!!
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