Después
de tanta angustia acumulada la llegada a Buenos Aires ofició de bálsamo para
sus vidas.
El
desafío era enorme pero bien valía la pena. Luca y Claudia tenían la certeza que ese
era su momento. Ya no había tiempo
que perder. Cuando se descubre que es imposible pasar un día más alejado de ese
ser que tanto se ama, uno quiere empezar lo antes posible.
Y así
lo hicieron. Llegaron a Buenos Aires después de 18 horas de viaje. Aún
recordaban con emoción el encuentro, luego de su acelerado regreso, entre el
padre Agustín y su hija Morena.
La
joven estaba emocionalmente devastada, pero el tiempo y el amor de su padre
serían suficientes para sanar sus heridas.
La
imagen de ambos abrazados entre las sombras del atardecer misionero quedó fija
en la mente de Claudia. La promesa de volverse a encontrar fue el mejor regalo
de despedida.
La
mañana en que ingresaron a la nueva casa, Luca supo que aquel paso era el
comienzo de un maravilloso camino hacia la plenitud.
Claudia
cargaba a Valentino en los brazos y recorría los cuartos con las pupilas que
titilaban como dos fulgurantes estrellas. Todo este disfrute la hacía olvidar,
al menos temporalmente, la serie de amenazas que había recibido y que, aún; no
había comentado a su pareja. Esperaría
el momento oportuno.
Demoraron
tan sólo un par de semanas en acondicionar el nuevo hogar.
Carla
en un gesto de eterno agradecimiento los había puesto en contacto con los
antiguos dueños. Amplios ventanales dejaban atravesar con generosidad los
cálidos rayos de sol. Todo era luz en aquel lugar. La maravillosa luz que tanto
necesitaban para olvidar las dolorosas tinieblas que habían atravesado.
Cuando
Luca acomodó el último trasto, el corazón le dio un vuelco. Los ojos se le
humedecieron y unas delatoras lágrimas surcaron sus mejillas.
Ahí
estaban, su mujer y su hijo. Claudia sentada en su mecedora favorita, acunaba
al bebé mientras le susurraba una canción de cuna.
“Quiero que te duermas como un sol, que
se acuesta en un campo de trigo…”
Perplejo,
observaba aquella escena y sentía que el alma se le escurría en cada palabra.
Comprendió que aquel era su lugar en el mundo, que no necesitaba nada más. Que
seguramente llegarían momentos de plenitud y otros de incertidumbre y coraje.
Pero también sabía que Claudia estaba junto a él y que juntos podían superar
todos los obstáculos.
Se
acercó despacio y se arrodilló a los pies de su familia. Claudia sin dejar de
mecer al niño estiró la mano y acarició la mejilla de su hombre. Sonrieron.
Entonces
él se acercó a su rostro y le besó los labios con ternura.
-No va
a ser fácil… -le dijo con voz traviesa.
Ella
frunció el ceño y con picardía respondió:
-Nada
fácil. Además te corresponde sacar a pasear
a Jack todas las noches.
-¿Jack?
Claudia
lanzó una carcajada que estuvo a punto de despertar a su hijo.
-¡Cierto!
Olvidé comentarte que Carla le va a obsequiar a Valentino un cachorro precioso.
De hecho llega esta tarde.
Se
miraron por un breve instante. Claudia lo besó con pasión. Fue cuando Luca
comprendió con infinito placer que había perdido el primer round.
Estimada Bee, gracias por el acompañamiento y por tu excelente colaboración. Espero que te interese y agrade lo suficiente como para poder seguir participando. Abrazo
ResponderEliminarGracias a vos, Osval!!! Un honor poder colaborar un poquito en esta historia! Y claro que sigo participando!!!
ResponderEliminarUn abrazo enorme!!! Buen fin de semana!!!
hermoso texto!!!!
ResponderEliminarHERMOSA HISTORIA!!!!
ABRAZOS A AMBOS
Gracias mis incondicionales ¡a prepararse para el cierre...!!!!!! Abrazo
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