El velatorio se realizó en las dependencias del Círculo de Oficiales de la Policía. Se habían previsto todas las formalidades que correspondían para honrar a un funcionario de este nivel, muerto en el cumplimiento de su deber. Por supuesto tuvo el correspondiente ascenso “Post mortem” nombrándoselo Comisario Inspector. El féretro era custodiado por dos agentes con uniforme de gala: chaquetilla, guantes blancos, gorra. Permanecían inmóviles, uno de cada lado, las dos horas que les correspondían hasta ser relevados.
Nidia lucia fantasmal, demacrada –y no era habitual verla así- sino que, además; estaba como ausente. Tenía la mirada perdida, el cabello recogido, un par de lentes oscuros y un chal negro que abrazaba su cuello. Si bien los hijos no ocultaban su dolor, organizaban y cuidaban todo con el mayor cuidado. No dejaban de sorprenderse por la llegada de personas que no les resultaban conocidas, al tiempo que disimuladamente, pero sin poder evitar el efecto de la curiosidad que esto había despertado; les dirigían sus miradas procurando lograr alguna señal o indicio que les marcara algún vínculo.
Luca Ferranti hizo su ingreso captando la mirada de todos, venía acompañado por otra persona que Claudia identificó inmediatamente: Ignacio Gerez, ayudante de cátedra. Indudablemente, no sólo era reconocido por su actividad como docente. Claudia abrazó a Luca cálidamente y ofreció su mejilla a Ignacio, convocó a su madre y hermano y realizó las presentaciones correspondientes. Nidia seguía extraviada, ni lo miró: aceptó sus condolencias, las agradeció y se retiró hacia la recepción. Hernán permaneció en el lugar. Lo saludó, evaluándolo exhaustivamente con su mirada, y le pidió que se mantuviera cerca de su hermana.
La familia de Carlos contenía a Nidia. Ferranti consolaba a Claudia y observaba detenidamente a cada recién llegado.
Entre los presentes se encontraban colegas de la actividad, abogados, jueces, médicos, políticos. Se agrupaban entre ellos y evidenciaban un nivel socio económico muy elevado. Otros grupos, menores, se diferenciaban notablemente. Parecía gente muy humilde en su aspecto. El aroma a flores proveniente de las coronas ya era insoportable.
Luca tomó de la mano a Claudia y la llevó al exterior.
Hernán hubiera preferido que no le enviaran flores. Recordaba la aversión que su padre tenía por el jardín y las limitaciones que ponía a Zacarías para la realización de sus tareas.
Fue un velatorio prolongado y denso. El entierro fue peor. Había dejado de llover, pero el agua había realizado su tarea. Por suerte, el cementerio parque tenía el camino consolidado y los vehículos se pudieron desplazar sin dificultad. La caravana era numerosa y a pesar de la amplitud del lugar muchos vehículos tuvieron que ser dejados en la calle exterior. Se había convenido un breve responso dado la escasa convicción de Carlos en cualquier creencia religiosa. La institución había definido la lectura de unas breves palabras que resumirían el paso por la Fuerza , resaltando las cualidades y virtudes del difunto. Su esposa e hijos soportaban estoicamente el momento. Se habían separado. Nidia y Claudia habían quedado sobre uno de los lados del ataúd; Hernán del otro. Casi al finalizar la ceremonia, un hombre se acercó a la viuda e intercambiaron algunas palabras. Los hijos se preguntaban quién sería. Pero, aunque ellos no conocían a nadie de allí, supusieron que pertenecía a la familia. Ferranti , permanecía al lado de Claudia. Por momentos la tomaba del hombro, en otros de su mano. De todas formas no podía evitar registrar cada rostro y expresión, seguramente algún análisis posterior le aportaría algún dato de interés. Había observado varías situaciones y personas que llamaron su atención pero tenía claro que no era momento para comentar o preguntar nada. Hernán se les acercó y disimuladamente tomó a su hermana de la mano procurando separarla de Luca. Comenzaron a retirarse del lugar. El sueño reparador se hacía imprescindible. Retornaron a su casa dirigiéndose cada uno a su habitación.
velatorios tensos si los hay!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEXCELENTE!!!!!!!!!!!
Espero la próxima entrega!
ABRAZOS CHICOS!
Otra entrega increíble! Esperando, que se resuelva el culpable y que el acercamiento de Claudia con Ferranti llegue más lejos ;) Un beso grande, hasta el proximo viernes!!! :)
ResponderEliminarGracias "Luna de Otoño..." esperamos poder cumplir con tus expectativas...!!!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstimado autor: cualquiera que haya estado en un velorio, y máxime de estas características, sabe que la viuda luce demacrada, casi como un "fantasma", y que tiene la mirada perdida. "Eso es lo habitual"; encontrar en la calle una persona en ese extremo es lo que nos lleva a decir: salió de un velorio... ¿A quién se le ocurriría maquillarse, vestirse y peinarse para el velorio de su marido? Idea poco feliz.
ResponderEliminarGracias por tu aporte Grace. Procuramos hacer lo mejor, tus opiniones valen, trataremos de rescatar aquello que pueda contribuir a las mejoras que propones.
Eliminarme gusta cuando se generan este tipo de opiniones, disentir lleva a enriquecer la mente.
EliminarDisiento con Grace. Según en el estrato de la clase social en la que nos encontremos podemos ver distintas reacciones.
Hace unos años me fui al velorio del marido de una amiga (de clase media baja): ésta lloraba a lagrima viva, recuerdo que me destrozó el alma verla hacer público su dolor sin siquiera hacer un atisbo por cubrirse el rostro.
En cambio cuando me tocó asistir al entierro de un pariente mio, de clase alta, todos andaban muy bien vestidos, elegantes y su viuda estaba impecable en el negro... Y MAQUILLADA (recuerdo que pensé en el nivel de frivolidad de esa gente!!!)
y no lo llevemos sólo a los niveles sociales, estos casos se ven de acuerdo a su forma de demostrar sus sentimientos sean ricos, pobres, amargos o encantadores!
Evidentemente el personaje creado encaja en un molde que tal vez no es el normal para el estereotipo que conoce Grace, pero me parece que no es del todo descabellado.
saludos a todos!!!!!!